miércoles, 13 de abril de 2011

“Innocence”, de Helena Segura-Torrella


La muestra, que se puede ver en la Fundación Caixa Galicia de Ferrol hasta el próximo 22 de mayo, recoge dieciséis fotografías de gran formato que, según la autora, “está compuesta de instantes eternos” que suponen un regreso a la infancia a través de la imaginación, lo que nos permite ver de nuevo la realidad a través de los ojos de un niño”. Las instantáneas evocan la infancia y el universo imaginario de los cuentos infantiles, la inocencia a la que alude el título de esta muestra, a través del objetivo de la fotógrafa Helena Segura-Torrella.
Su visión interior adopta una retórica romántica que recuerda las ascensiones de la mente de tantas literatas del XIX que escribieron obsesivamente sobre el mundo de fantasía de la niñez. Sus cuidadas escenografías son morbosamente vívidas y dan sentido a los placeres de una enigmática niña que lo mismo puede bailar en el cielo sobre las estrellas que yacer enterrada bajo la hierba, y que mientras juega, se inventa puntos de fuga, caminos para pasar los muros y alcanzar al paraíso infantil que titila en el exterior, donde no hay lobos ni madrastras. El acercamiento de HS a la infancia dista mucho del que plasmó en imágenes Lewis Carroll, pues en el caso del escritor, fotógrafo y matemático británico, el medio hacía las veces de contacto físico con las niñas que eran su gran pasión. Para HS, la fotografía es un terreno virgen donde explorar e inventar al mismo tiempo –como lo sería el dominio literario–, pero también un instrumento útil para atrapar y recordar. La niña es un testigo privilegiado, la que ve, la que sabe y la que recuerda. El más encantador cuerpo de delito. El bosque ideado por HS es un risco de brezo encendido, un refugio para la imaginación donde hay comida y calor, al contrario que en los destinos estereotípicos de los cuentos de Hadas. El marco en el que vive la autora/niña simboliza, por tanto, una oportunidad para aprender a gobernar su destino, más allá de las casas desoladas, cajones, baúles, armarios y teteras, que representaban el autoentierro y silencio “femeninos”.
El bosque/jardín original de la infancia es un lugar oculto sin vigilancia ni privación, donde se experimenta el poder tremendo de la artista, pues cada movimiento de ménade se origina imperialmente en el máximo frenesí. La niña no ha de llevar una cesta de frutas a la casa de su abuelita, sino que se traviste ella misma en su ancestro, ataviada con sus ropas y tocada con el mismo peinado. En lugar de llevar una muñeca en su regazo, abraza una trucha muerta. La artista femenina –nos dice HS– ha de ser capaz de revivificarse. Como hechicera o como madre, debe evitar el silencio o la maldición de las brujas. Al subvertir el imaginario patriarcal, busca su individualidad inmersa en un teatro arbolado lleno de seres que bailan con zapatos rojos e iluminado con los símbolos de la imaginación.
La artista/niña no sufre en la oscuridad de la naturaleza, pues ésta es una casa encantada donde las sombras son amigas y el anhelo de infancia es alegre y jovial. En ese pasado infantil de casas de muñecas y escaleras como tíovivos, los objetos domésticos puede convertirse en brillantes juguetes para ser examinados, probados y mimados. El lugar del paraíso femenino está cosido con hilo de perla y su color ya no será más el blanco –el blanco fantasma–, ese color de la mujer victoriana que se apega a la infancia porque la edad adulta nunca fue un paraíso fiable. Será el rojo, el color de la autoafirmación. El color de los sueños.
 “Mi dedicación a la fotografía es por instinto. A los quince años cogí una cámara fotográfica y vi que esa era mi forma de expresión. Dibujaba y pintaba, cómo no iba a hacerlo teniendo a mi padre en casa, pero fue la cámara la que me atrapó”. Helena Segura-Torrella (Ferrol, 1969), hija de uno de los más afamados pintores ferrolanos de la historia, el recordado Ricardo Segura-Torrelle,  cuenta, a pesar de su juventud, con una dilatada trayectoria profesional a sus espaldas y con una excelente formación en el campo de la imagen, sobre la la cual asienta su experiencia creativa. Su participación en el espacio “Descubrimientos de Photoespaña” con otro ensayo fotográfico caracterizado por su originalidad y fantasía, titulado “A través del espejo”, le sirvió para darse a conocer a nivel nacional y para ser reconocida como una de las artistas emergentes de Galicia en el ámbito de la fotografía.
Helena Segura ganó también el premio “Isaac Díaz Pardo” de la Diputación de la Coruña con una fotografía titulada “Sopa de Caracol”, incluida en la exposición inaugurada hoy, y fue finalista de la “London Shots Young Photographer” en 2009.

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